Cuestiones importantes como mantener la relación por los hijos, la dependencia emocional o el miedo a la soledad no deberían ser suficientes para mantener una relación de pareja. La mayoría de las parejas atraviesan varias crisis a lo largo de la relación. Las personas cambian con el tiempo, así como sus necesidades, sus deseos y sus sentimientos. Cuando se está en crisis, la angustia, la confusión y los afectos contradictorios pueden ser muy intensos. Y no es sencillo decidir si hay que poner punto y final a la relación. Ante este dilema, un terapeuta puede ayudar a superar una crisis. En el año 2010 se registró en España una ruptura matrimonial cada cuatro minutos. Y, según datos del Instituto de Política Familiar, el 40% de las rupturas fueron conflictivas. No obstante, es normal que las parejas que llevan bastantes años juntas pasen por crisis. El problema está en que muchas no saben decidir si vale la pena luchar por superar el trance o es mejor finalizar la relación. Los motivos más habituales de las crisis son: “la incompatibilidad de caracteres y los problemas sexuales”. Cuando los miembros de la pareja no se entienden, cuando no consiguen crear en su relación un espacio común satisfactorio, son normales las fricciones. En cuanto a los problemas sexuales, “la crisis no viene tanto por la falta de sexo, sino por las consecuencias de la falta de sexo”. Cuando uno de los componentes de la pareja siente un deseo que no es correspondido, puede desarrollarse en él cierto resentimiento o rabia. Y estos pueden contaminar la relación hasta un punto sin retorno.
Otra de las causas más frecuentes de una crisis es la infidelidad. “Es normal que, a lo largo de los años, se sientan deseos hacia otras personas” pero si se produce la infidelidad hay que analizar qué más está fallando en la pareja.
Existen muchas causas que pueden favorecer que se cometa una infidelidad, ya que se trata de un comportamiento que depende de numerosos factores como las características individuales de cada persona y de su entorno, las oportunidades que tiene de conocer a nuevas personas por las que sentirse atraída, su nivel de compromiso con la pareja, determinados valores y creencias personales que conforman ciertas actitudes, etcétera.
Por último, un motivo más de crisis son los problemas de comunicación. Muchas personas no saben comunicarse ni con su compañero, ni con sus hijos, ni con sus amigos. Y una pareja es una relación muy estrecha e íntima. “Si no se guardan las formas, si no se tiene en cuenta al otro al comunicarse, es lógico que surja la crispación".
Tras una ruptura, los expertos aconsejan no obsesionarse con los motivos que llevaron a ella. Es necesario darse un tiempo para aceptar la nueva situación, pero hay que tener muy claro que la vida continúa. Una ruptura de pareja puede ser la oportunidad para iniciar una nueva vida o para mejorar aspectos de uno mismo. “Para muchas personas puede ser la oportunidad para aprender a estar solos. Hay que interiorizar que estar soltero no debe ser sinónimo de estar solo”.
Se podría pensar que la pareja es una estructura simple, por el menor número de integrantes que otros sistemas humanos; pero observamos una organización humana compleja, diferente a los individuos que la conforman. Caillé afirma que “Además de compleja, la díada es paradójica”. Y esto último porque se considera, por ejemplo, que ella es mayor (o diferente) que la suma de sus integrantes o que es una organización estable, pero cambia.
La falta de una periódica y más o menos constante actividad sexual en la pareja provoca una cada vez mayor insatisfacción general que acaba desembocando en otra serie de problemas que son nefastos para la convivencia de la propia pareja y puede destruir su estabilidad.
Esto ocurre frecuentemente cuando se dan factores como pueden ser:
- El estrés que provoca el trabajo.
- Las múltiples tensiones de todo tipo que provoca nuestro ritmo de vida.
- La distorsión emocional y vital que suele provocar el nacimiento de los hijos.
- El consumo de drogas, alcohol, etc.
- Desacuerdos en la forma de educar a los hijos.
- La falta de acuerdo o desigualdad en la realización de las tareas domésticas.
- El no saber o poder afrontar algún acontecimiento grave o significativo acontecido en la relación.
Es muy frecuente que los miembros de la pareja no sean conscientes de que son alguno de estos factores los que directa o indirectamente esté mermando su apetito sexual y se busque erróneamente toda una serie de falsas explicaciones (es normal, le pasa a todas las parejas, son temporadas que se atraviesan.....) que siguen manteniendo y reforzando el problema porque impiden su afrontamiento.
La crisis de pareja no implica necesariamente que se vaya a producir una ruptura. De hecho, puede ser una oportunidad para que ambos miembros se conozcan mejor y la relación se consolide. La terapia de pareja puede reconducir la crisis de pareja hacia esta oportunidad.
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