Uno de los motivos de consulta más frecuente para los psicólogos es la codependencia o dependencia emocional. Se trata de un problema por el que se sufre una fuerte necesidad de la pareja a la que se le exije constante atención y afecto.
Afecta tanto a hombres como a mujeres. La diferencia está en que los hombres que la sufren tienden a ocultarlo mucho más por vergüenza, agravándose de este modo el problema.
Esta situación puede vivirse de forma puntual con una relación, pero lo más frecuente es que el patrón se repita con todas y cada una de las parejas que se tienen. Esta dependencia no se debe a razones más o menos objetivas (económicas, minusvalías de algún tipo…), sino que es puramente necesidad de amor. Quien la sufre es una persona con un miedo tremendo a la soledad y que no concibe su vida sin pareja.
Un hecho que resulta llamativo es que, generalmente, el dependiente emocional busca parejas dominantes, de carácter fuerte, más bien egoístas y egocéntricas, desconsideradas, posesivas e incluso déspotas, capaces de llegar al maltrato físico y/o psicológico, a las que idealizan en extremo. Se vive por y para la pareja.
Las personas cercanas al dependiente emocional intentan hacerle ver que esa relación que mantiene es patológica y que sólo le hace sufrir. El dependiente se enfrentará a ellos por defender su relación e incluso exigirá a sus familiares un trato especial hacia su pareja, del mismo modo que él hace.
Para superar la dependencia emocional sería interesante iniciar terapia psicológica orientada a desengancharse de la pareja. No hacerlo puede tener consecuencias nefastas puesto que, con frecuencia, se pasa al maltrato físico y/o psicológico. Sin embargo esto que es tan obvio, resulta muy difícil que se lleve a la práctica.
Como en cualquier otra adicción, es preciso que quien lo sufre reconozca que tiene un problema y desee buscar solución. Esto resulta harto difícil puesto que el dependiente siempre encontrará mil y una excusas para justificar su comportamiento: “No lo/la conocéis bien” “Me quiere muchísimo” “Yo también tengo la culpa”…
No funcionará nunca ninguna terapia que no sea iniciada por propia voluntad y como en las demás adicciones, el primer paso sería la ruptura total con la pareja para conseguir salir de la situación problemática.
¿Cómo puede actuar la familia en estos casos? No cediendo nunca para no fomentar la situación. Es decir, no hay que hacer caso al dependiente que pretenderá que se siga tratando con deferencia, respeto absoluto y sumisión a su pareja. Se trata de no abandonar al dependiente pero no ser cómplice de su relación patológica.
Sólo se puede hablar con el enfermo y explicarle que siempre podrá contar con la ayuda de la familia cuando desee poner fin a la situación. Si esto se produce, acogerlo e impedir todo contacto con la pareja y acompañarlo a terapia. El psicólogo no sólo trabajará con el paciente para ayudarle directamente a superar la dependencia afectiva, sino que irá dando pautas a los familiares sobre cómo actuar ante situaciones concretas.
Tratamiento de la dependencia emocional: Javier Brotons. Psicólogo. Tel: 600 44 00 04.
<< Lo que más destaca en las personas con alta dependencia emocional es su miedo a las pérdidas y al rechazo de las personas queridas, en este caso, de la pareja. Tienen miedo a hacer algo que al otro no le guste, y que esa persona decida dejarles o retirarles su amor y su cariño. Así que buscan continuamente complacerle, hacer lo que se supone que el otro quiere o desea. Intentan adivinar qué es lo que gustaría al otro en cada una de sus acciones, con el consiguiente riesgo de equivocarse, ya que por mucho que conozcamos a una persona, no sabemos lo que les pasa por la cabeza en cada uno de los momentos de sus vidas. Si nos ponemos a pensarlo, muchas veces ni siquiera nosotros comprendemos nuestras acciones, así que será difícil controlar cada una de las reacciones del otro. Pero aún así, estas personas intentan hacerse expertas en adaptarse a las necesidades y deseos que creen que el otro tiene. El intentar adaptarse al otro y conseguirlo en algunas ocasiones, les hace sentirse bien por haber conseguido satisfacer a la pareja en alguna cosa. Se sienten bien también por ellas mismas, ya que han logrado de nuevo evitar una pérdida de esa persona. Pero a la vez se van sintiendo cada vez peor, ya que ellas han renunciado y siguen renunciando a sus sueños, a sus ilusiones y han puesto toda su felicidad en que el otro sea feliz, ya que se supone que siendo él feliz, ella se sentirá así de bien automáticamente. >>
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